lunes, 14 de marzo de 2011

EN LA MONTAÑA

   
Ayer subí a la montaña, hacía frío pero respiraba libertad, allí en el lugar que creía más solitario del mundo me encontré a otros montañeros, hombres y mujeres que huían de lo cotidiano, de la soledad de las ciudades. Nos sentamos en círculo para contar nuestras historias, todos tenían algo en común, una sensibilidad a flor de piel.
Todos distintos y todos con los pies en el suelo  y de vez en cuando sabían volar por esos mundos de los sentimientos. Y tenían algo más en común: su amor por las palabras, por el cuaderno en blanco que poco a poco se llena de sueños y de vivencias.

Pasamos un tiempo que pasó volando, hoy pienso que hubiera sido mejor que el reloj se hubiera parado en aquél rincón donde almas muy distantes físicamente unieron sus palabras y sus risas.

. . .
Después bajamos de la montaña que nos había unido, cada uno se marchó a su nido mientras quedó en el aire algo más de sonrisas, algo más de corazón, algo más de fraternidad, quedó un recuerdo que dificilmente borrará el tiempo.
Un fuerte abrazo a esos montañeros que encontré en mi camino.

. . .

Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.

Saudades

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5 comentarios:

  1. Felicidades por tu mochila llena de fraternidad y libertad, atesorala y disfrutala, cuando la vida presiona bueno es tener una montaña donde correr a recoger abrazos y buenos momentos
    Calle 59

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  2. Me gustó y me emocionó ser parte de ese grupo de montañeros.
    No soy una gran aventurera y me aventuré a recorrer unos senderos que desconocía, aunque lo hice sin temor alguno.
    Me sentí arropada, protegida sin nada que temer y sin nada de lo que preocuparme.
    Gracias por tu sabiduría, por tu experiencia como montañero y por contribuir a los gratos recuerdos. Un abrazo.

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  3. Amigo Saudades, me siento ahora montañero de tus vivencias y comparto tu crónica de pura literatura, es tu estilo virtuoso que nos llena de feliz lectura.
    Un abrazo.
    Goriot.

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  4. Mire usted que, entretenida yo en mi visita a una recien surgida e independiente nación, no había reparado en que, por esta montaña, andaban mis andariegos favoritos.
    Ha sido un verdadero placer escalar contigo un ratito saudades.
    Un abrazo de esta "despelujá"

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  5. "¡Qué altos los balcones de mi casa,
    pero no se ve la mar!"

    Así decían unos versos de Rafael Alberti, y así debo empezar yo, pues a pesar de lo altos que son mis ojos, que sobrevuelan el mundo de los blogs como un águila, no había visto este artículo.

    Describes aquellas horas juntos, Saudades, con hermosas palabras, y no por ello menos ciertas.

    Yo, la sensación que tengo es que al final nos reunimos una pandilla de amigos que casi parecíamos conocernos de siempre; y que el tiempo, ¡ah, el tiempo!, pasó rápido,muy rápido.

    Un fuerte abrazo.

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