Cuenta la leyenda, una de tantas, y famosa
en todos los pueblos, caseríos, casas más de campo que las amapolas, aldeas en
cien kilómetros a la redonda que según sales del pueblo de Aysivoyconloquetedoy dirección a la capital te encuentras según miras con la vista torcida el
bosque más famoso que te puedas imaginar, se llama El Bosque Encantado, pero no
encantado a la manera tradicional, no, encantado porque cada tarde y fiestas de
guardar era visitado por la simpar, por la más hermosa, la más picarona de las
mujeres, la Bella Iselda.
Llegaba cantando, acariciando las sendas
que pisaba y allí la esperaba todas las tardes el monstruo del bosque, el de la
carcajada fácil, el de la pata de palo, el de un ojo que vigila el este y otro
que vigila el oeste, el que nunca la miraba de frente porque no la veía, y como
cada tarde se encontraron y la Bella Iselda le pegó un abrazo por el costado
izquierdo mientras le contaba un chiste de lo más verde, el monstruo del que
aún no hemos dicho su nombre se revolcaba por el suelo riendo a carcajada
limpia, como cada tarde desde que su mundo era mundo mientras el bosque y todos
sus habitantes reían con ellos.
Y así la Bella Iselda y el Loco Sau, así se
llamaba el monstruo del bosque, emprendían cada tarde el camino a la huerta
situada en mitad del bosque, allí donde vertía sus aguas el riachuelo que
descendía cantarín desde las altas montañas, “chi non lavora non fa l’amore”, y allí les miraba el bosque ufanos
trabajando en la huerta, la más hermosa, la que daba tomates, berenjenas,
cebollas, cebolletas, coliflores, lechugas, lechuginos, arroz con leche, arroz
de la huerta, gazpacho andaluz, lacón con grelos, fabes con almejas, cocido maragato, cocido montañés,
cocidito madrileño, percebes de la ría, ostras de Arcade, ¡RELECHES EN
VINAGRE!!!, jamón pata negra, bacalao a la bilbaína,
ajoarriero, pescaítos fritos, escalibada, escalope a la riojana y todo lo que
te puedes imaginar, cansados después del duro trabajo de cada tarde la Bella
Iselda se tumba en un lecho de hierbas aromáticas mientras el Loco Sau con su
violín desafinado le regala el más bello estropicio que se pueda hacer de una
canción, la mira de refilón, la ve esperándole, se baja los pantalones,
canillas al aire, saca pecho, se sube a un árbol y con el badajo toca a
zafarrancho de combate, baja y se envuelven en un abrazo sin fin mientras todos
los habitantes del bosque les hacen corro para ver quién es el que aguanta más,
las apuestas se cruzan mientras aquello parece no tener un final, sale por fin
la señora Luna y de repente se ve al Loco Sau levantarse como un sonámbulo dando traspiés,
se pega una leche de cuidado y se queda frito, la Bella Iselda se levanta como
si nada y se marcha como cada noche a su casa feliz por el trabajo bien hecho.
Cuenta la leyenda inventada por el Loco ese…
Saudades – 2013
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