Estaba Saudades en la puerta de
su cabaña ojo avizor oteando el horizonte, le salían enemigos debajo de las
piedras, pero como el jodio ve menos que un topo en plena siesta pues pasa lo
que pasa, una vez le pega el tiro en el culo a una anciana que pasaba por allí,
otra se lleva el dedo más pequeñajo del pie de “en medio” y así es la vida, un
continuo ajetreo.
Pero he aquí que una buena
tarde escuchan sus castos oídos una canción angelical, parecía venir de los
cielos, aunque él no se fiaba ni de su sombra, casi tan fea como él, pero eso
no viene a cuento ¡Coño!!!.
Ya se me ha ido el hilo, releches, ya recuerdo, estaba sonando
un canto gregoriano, perdón, angelical que parecía venir de un lugar de la
Mancha que no viene ni en el mapa, no te jode aquí el enterao, que no leches, que venía de detrás de un seto, me pongo la
lupa de 100 aumentos, voy para allá, y allí está, pieza, la mujer más bonita
que han visto estos ojazos de pitiminí en su puñetera vida, y se estaba bañando
en la charca del tío Tarsicio a pelo.
Aissssssss lo que me florecía,
y mira que estaba más apagado que las lumbres de las películas de indios, pero
renació sin regarlo ni ná de ná.
La dama tan hermosa ve una lupa
y detrás una aparición extraterrestre, yo, y ni se inmuta, sigue a lo suyo. Aquí
el sietemachos se quita las diecisiete capas de ropaje, incluido el calzón
largo, le asoman unas canillas, o lo que es lo mismo, unos cacho huesos
cubiertos de piel peluda, toma carrerilla, suena un disparo y se lanza.
La madre que le parió, casi se
ahoga el muy mamón, menos mal que la dama hermosa le coge por la entrepierna,
le levanta en vilo y le saca de la charca, le tumba en la verde pradera y le
hace el boca a boca y tiro por que me toca.
Mano de santo oiga, se sentía
Saudades como esa flor que abre su capullo al sol, como esa primavera
lozana que despierta a la llamada del amor. La coge por banda izquierda, a la
altura de dos protuberancias que tenía, (tiene varias, listo) la
levanta entre sus brazos y suavemente la baja quedando los dos encajados en un
abrazo que no lo despega ni el diablo.
Después le susurra al oído unas
palabrejas de amor, como corresponde, ella se deshacía como un azucarillo en mi
boquita piñón, yo, el bueno de la película, besaba todos los puntos cardinales
de su cuerpo, mis delicados dedos recorrían los caminos y senderos de su piel y
descubrí la gruta de los deseos…
Aisssssssss que no pienso
contarlo.
A la tarde le siguió la noche,
a la noche le siguió el alba, al alba le siguió que si quieres más arroz
Catalina, pues ración doble, al arroz le siguió unos gritos que apagaba con mi
boca, después de los gritos se me desmayó en mis brazos de tórtolo.
La acuné, le canté una nana que
mi madre le cantaba a mis hermanos, a mí no, tenía los ojos en blanco, es
natural, despertó, y empezó la tercera guerra mundial, un besito aquí… y otro
más allá… y el camino largo que baja y se pierde…
Y dejé de vigilar al enemigo y
me dediqué a AMAR, que soy más listo
que el hambre…
Así es
la vida… un frenesí.
Saudades
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Me gusta tenderme sobre el césped, boca arriba, respirar tranquilo y sentir como me relajo y descanso sobre el planeta que me sostiene; sentir lo grande que es el mundo por debajo del suelo, confiarle el peso de mi cuerpo y todo el peso acumulado en mi vida, y dejar que la fuerza de la gravedad lo atraiga hacia el centro. 
