PEQUEÑA SEMBLANZA DE UN GENIO: PICASSO

Autor: Saudades (pastel)

Cierta inicial incomprensión no resulta de extrañar, debido a que, para el Picasso adulto, pintar no consistía en imitar un determinado cuerpo, casa o árbol, sino en crear un objeto en sí mismo, el producir una manifestación válida per se y también válida en relación con el objeto. En esta representación conceptual, el punto de partida, la “realidad” en su acepción común, nunca se perdía de vista –incluso se rebelaban nuevos aspectos de ella-, pero Picasso se servía de un lenguaje difícil; es decir, difícil para aquellos de sus contemporáneos  que todavía estimaban que la pintura era, cuando no anécdota o ilustración directa, por lo menos algo con contenido literario, quizás ético y social, o como algo relacionado con la luz, sino con la belleza. E incluso ahora, después de que la frase de Cezanne “para el pintor la luz no existe”, ha sido bien digerida, y después de que la dulzura haya quedado relegada a Dysneilandia, el lenguaje de Picasso sigue siendo difícil para quienes pretenden traducirlo a otro idioma, o intentan “comprenderlo” en palabras.

Gómez de la Serna ilustra lo anterior mediante un diálogo entre un crítico y un sabio:

Crítico: Cierto es que estas pinturas no hieren la vista, pero como no las comprendo no pueden gustarme.

Sabio: ¿Qué has comido hoy para almorzar?

Crítico: Ostras.

Sabio: ¿Te gustan las ostras?

Crítico: Me apasionan.

Sabio: ¿Comprendes a las ostras?....

Las mentes más abiertas –o menos condicionadas- comprenden directamente, sin tantos rodeos. El retrato cubista que Picasso hizo de Vollard provocó mucha risa entre los amigos del marchante: -¿qué intenta representar?, ¿está cabeza arriba o cabeza abajo?

Pero un niño de tan corta edad que aún hablaba imperfectamente, dijo: “Mira, Monsieur Vollard”.

NOTA.- Entre mis aficiones está la pintura como forma de expresión, pero siempre como diversión, como otra manera de escribir...