EL BRINDIS



Slava Groshev

Llego a casa, entro en los aposentos del señor, dejo el tanque, el armamento pesado, las cartucheras, la camisa, los pantalones, los calzones largos, los cortos, lanzo un zapato, le da en las narices al retrato del bisabuelo, doy un grito potente para que se sepa quién manda aquí, te veo, digo:

¡Hola mi amor!

¡Lo que tú digas mi amor!

¿Qué celebramos mi amor?

Era el cumpleaños del perro, me lleno la copa de vino, ¡Chin, Chin!, pongo música,  me baila la danza de la serpiente, se enrosca en mi cuerpo, la desenrosco con el sacacorchos, se tumba cuan larga es en la alfombra, la levanto, la engancho, nos bailamos una “apretaos”, se levanta el periscopio, apunta donde yo me sé, no ha nacido quien nos desamarre, aquello echa fuego, llamo a los bomberos, no vienen, nos duchamos en agua fría, el recalentón no se marcha, nos separamos, caminamos cinco pasos para atrás, nos retamos, nos acercamos lentamente…

¡Te pillé, ya eres mía!

Nos sentamos, saca el tablero de ajedrez y jugamos una partida, pasa una hora, estamos diezmados, hacemos tablas, ni vencedores ni vencidos, nos miramos, nos reímos, nos besamos…

¡Así es la vida… un frenesí!

Saudades - 2012

PD.-  Pero cuanto mal pensado esperando otro final,  vuestro problema es que sois cuerdos, nosotros no.