Me levanto como siempre, medio sonámbulo,
voy al baño, no está, se me abre un ojo, veo que estoy rodeado de árboles,
ahora recuerdo que Stradivarius y yo hemos pasado la noche en mitad del bosque,
como muchas veces nos ocurre a los aventureros, por costumbre me apoyo en un
árbol, saco el tolón tolón y lanzo el chorro, cada vez alcanzo menos distancia,
serán los años, allá a lo lejos me mira el sol que está asomando el careto,
Stradivarius a lo suyo, a mirarme con cara de póker y a mordisquear la hierba,
me atuso la melena al viento, me rasco la barba, me picaba, me pongo las botas
de montar, ensillo al cuerdo de la pareja, el de cuatro patas, le monto, miro
para allí y nos marchamos por otro lado, a lo que salga, lo nuestro es el
disfrute de la naturaleza y allá vamos, encontramos una senda y la seguimos,
nos lleva a la aldea de San Sulpicio donde vive nuestro amigo Agapito, su
señora Agripina y sus tres hijas a cual más…
Me recibe con los brazos cerrados, mala
señal, la señá Agripina como quien no ha visto ná de ná, las tres hijas salen
de la cabaña alborozadas al ver al loco Sau, tan tieso encima de su caballo,
mírale parece un cromo de un buscador de oro. Descabalgo con señorío y haciendo
una reverencia a la señora de la casa me dirijo al abrevadero para que sacie su
sed el bueno de Stradivarius.
Agapito de las Altas Torres y los Bajos
Valles de la Fuentecilla Seca me pregunta que hago por aquellos lares que en
otras ocasiones abandoné desnudo y a la carrera mientras me perseguían todos
los perdigones que lanzaba su escopeta, le conteste muy serio: “Es la querencia
Agapito, nunca he podido olvidar a tus tres hijas”, él se rasca la calva
mientras piensa para sus adentros que sus hijas tampoco me han olvidado, y lo
más grave, ¿qué habrán visto en mí?
Y le doy la razón a sus pensamientos porque
en su calva es muy fácil leer, pero tengo un no sé qué y un qué sé yo que las
ha entrado por derecho a sus niñas, que le vamos a hacer, de repente veo a
unos niños jugando, unos a gatas, otros corriendo, otros tirando piedras a los pájaros, me rasco el coco y me digo para mis adentros, “A quién coño
me suenan esos despelujaos?
¡RELECHES!!!
Veo que Agapito va a la cabaña y sale con
la escopeta, no se hable más, salgo de allí escopetao, mientras un perdigón me
atraviesa el sombrero de ala ancha, la jodimos, otra vez será, nos espera la
inmensidad del mundo para recorrerlo, nos espera la luna para admirarla y nos
esperan muchas mozas perdidas (como yo) en mitad del sendero.
¡Es muy achuchá la vida de aventurero, ya te digo!
Saudades - 2013
Conciencia: “Quiero hablar del Loco Sau que me ha tocado en
desgracia. Durante sus primeros años se dedicó al estudio profundo
de la filosofía y la historia, sus libros de cabecera eran desde los clásicos hasta sus
contemporáneos y fue tal el lío que se formó en su cerebro,
que en un momento dado se produjo un cortocircuito, que dejó como resultado una
sola neurona en funcionamiento, desde entonces, y van muchos años se le
ve montado en su caballo recorriendo medio mundo sin una meta fija pero si una
fijación, LA MUJER”
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