(I)
Esta amaneciendo en el
pueblo, en la distancia del camino veo el humo en las chimeneas calentando los
hogares, la leña que formó parte de un árbol ahora forma parte del calor de las
casas, calentando desayunos y paredes, cuerpos y almas.
He salido muy temprano como andariego,
para no perderme el amanecer, para no perderme el despertar de sus gentes en la
distancia. El camino está duro por la helada de la noche y en estos momentos es
cuando más se nota el frío, en ese espacio entre noche y luz, entre calma y
viento helado que enrojece la cara y las manos. Hoy me acercaré a un puente
romano que sirve de paso en un riachuelo y me adentraré poco a poco en la
montaña que me espera adornada de nieve en sus pasos y árboles.
Es una cita siempre esperada, naturaleza
dura y abrupta y este observador de tanta belleza que disfruta de la música de
sus vientos, del frío suelo en mis pisadas, de la rama del árbol que me lanza
un poco de nieve, de la cabra que me observa extrañada. ¡Qué maravillosos silencios con música de fondo!
Campanas que mueve el viento y ríen
cantarinas llenarán la noche y la montaña de suaves melodías, villancicos de
montañas y de nieves, de amaneceres cristalinos, de nacimientos a la vida, de
niños llenos de ilusión, de carteros y cartas, de volver, de empezar una nueva
vida con más armonía, con más música en el alma y colores en la retina.
Campanas de mi pueblo, de mi ciudad, de la aldea por donde pasa un andariego,
de la torre que repica y el sonido lo lleva el viento, campanas… que escucho en
la lejanía.
En la mochila llevo guirnaldas, bolas de
cristal, campanas, y en la ladera, protegido de los vientos me espera el árbol
con orgullo, y espera sus ropajes navideños que su amigo le regalará. En
ese lugar perdido en los mapas también se encuentran símbolos de Navidad:
nieve, villancicos de viento, riachuelos con esquirlas de hielo, el árbol y el
andariego que a su resguardo, al contacto de sus pequeñas ramas se sienta. Es
buen momento para pensar en el ayer y en ahora, en como penetra el frío aire en
mi cuerpo, en como con deleite veo pasar los segundos rodeado de tanta
naturaleza, de ser uno más, como el sendero y el bosque, como el águila y el
viento … y flota en el ambiente el
espíritu de la NAVIDAD.
(II)
Triunfan cada vez más las fiestas
paganas, pero los que fuimos niños de nacimientos y reyes, de villancicos, de
reunión familiar, de turrones y asados, de olor a buena cocina que se expande
por toda la casa, añoramos aquello que ya casi se fue y las nuevas generaciones
apenas comprenden. Recuerdo el Belén en su casa de madera, con su río, sus
praderas, sus pastores… la estrella en lo alto señalando el camino, al pastor
en su montaña.
¡FELIZ NAVIDAD!!!
Saudades - 2013
PD.- Lo publiqué en las Navidades de 2.011 y lo
vuelvo a hacer porque me parece un canto a ese Espíritu de la Navidad que muchos,
demasiados, nos quieren hacer olvidar.
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