Esta obra está en la cúspide de esa pirámide que
a través de los siglos ha formado la Literatura Universal, y es por cierto española:
Seguir
paso a paso las aventuras de este "hidalgo de solar conocido" por
trochas, vericuetos y posadas en la España del siglo XVI, es tanto un sano
ejercicio para la mente, saturada de triunfalismos imperiales y dogmáticos
integrismos, como un deleite espiritual y frecuentemente regocijante en los
contrastes dialécticos que se desprenden de los hechos relatados. Así podrá
escribir Ganivet en su Idearium español:
"El entendimiento que más hondo ha penetrado en el alma de nuestra nación,
Cervantes...., en su libro inmortal, separó en absoluto la justicia española de
la justicia vulgar de los Códigos y Tribunales; la primera la encarnó en Don
Quijote y la segunda, en Sancho Panza. Los únicos fallos judiciales moderados,
prudentes y equilibrados que en el Quijote se contienen son los que Sancho
dictó durante el gobierno de su insula; en cambio, los de Don Quijote son
aparentemente absurdos, por lo mismo que son de justicia trascendental; unas
veces peca por carta de más y otras por carta de menos; todas sus aventuras se
enderezan a mantener la justicia ideal en el mundo, y en cuanto topa con la
cuerda de galeotes y ve que allí hay criminales efectivos, se apresura a
ponerlos en libertad. Las razones que Don Quijote da para liberar a los
condenados a galeras son un compendio de las que alimentan la rebelión del
espíritu español contra la justicia positiva, Hay, si, que luchar porque la
justicia impere en el mundo; pero no hay derecho a castigar a un culpable
mientras otros se escapan por las rendijas de la ley; que al fin la impunidad
general se conforma con aspiraciones nobles y generosas, aunque contrarias a la
vida regular de las sociedades, en tanto que el castigo de los unos y la
impunidad de los otros son un escarnio de los principios de justicia y de los
sentimientos de humanidad a la vez."
Sin
identificar a Don Quijote con Cervantes, aunque la simbiosis entre el escritor
y sus criaturas sea más frecuente en las fabulaciones literarias de lo que la
gente se imagina, no cabe duda que en esta aventura Cervantes pone una especial
complacencia. Conocía la prisión, sabía de la dura suerte de los condenados a
galeras y no tenía muy buena opinión de la justicia positiva, pues sabía por
propia experiencia que por las rendijas de la ley se escapaban no pocos
delincuentes.
Como fiel cronista, nos cuenta Cervantes que iban Don Quijote y
su escudero Sancho en su plática refranera y filosofante cuando se encontraron
con una cuerda de galeotes conducidos por sus guardianes. El caballero
desfacedor de entuertos dedujo con buen sentido que iban presos "de por fuerza
y no por su voluntad". Pero, como cualquier hombre de buena razón, no se
conformó con lo que veía, sino que inquirió de los galeotes los motivos y
razones por las cuales habían sido castigados. Los galeotes se despacharon a su
gusto. Unos se declararon culpables y otros inocentes, y todos se lamentaron de
sus condenas y sufrimientos. A la vista de lo que oyó, Don Quijote, siempre
magnánimo y dichoso por complacer a los oprimidos, le "parece duro caso
hacer esclavos a los que Dios hizo libres", y dice a sus guardianes:
"que estos pobres no han cometido nada contra vosotros; allá se lo haya
cada uno con su pecado; Dios hay en el cielo, que no se descuida de castigar al
malo y premiar al bueno, y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de
los otros hombres no yéndoles nada en ello."
Como
los guardianes no se avinieran a complacer la demanda del bueno de Don Quijote,
éste arremetió denodadamente contra los malandrines que se permitían contrariar
los altos designios de la justicia -de su justicia empapada de humanismo-, y
con la ayuda de su fiel Sancho Panza y los mismos galeotes, logró la liberación
de los cautivos.
De
la recompensa que obtuvo Don Quijote por su noble hazaña, nos dice el
quijotesco Don Miguel de Unamuno, que apenas vio a los galeotes sueltos los
llamó para decirles "que de gente bien nacida es agradecer los beneficios
que reciben, y uno de los pecados que más a Dios ofenden es la
ingratitud", por lo cual les mandó que fueran cargados de cadenas a
presentarse ante la señora Dulcinea del Toboso. Los desdichados, llenos de
miedo no fuese que les prendiese de nuevo la Santa Hermandad, respondieron por
boca de Ginés de Pasamonte que no podían cumplir lo que Don Quijote les pedía,
y se lo mudase en alguna cantidad de avemarías y credos. Irritó al Caballero,
que era pronto a la cólera, el desenfado de Pasamonte, y le reprendió. Y
entonces hizo éste del ojo a sus compañeros, y apartándose comenzaron a llover
tantas y tantas piedras sobre Don Quijote....que dieron con él en el
suelo...."
Una vez en tierra, le golpearon y le despojaron de la ropilla y
a Sancho le dejaron sin pelliza. Fue entonces cuando, viéndose en tierra
aporreado y robado, dijo a su escudero:
-Siempre,
Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en el mar;
si yo hubiera creído lo que me dijiste, yo hubiera excusado esta pesadumbre;
pero ya está hecho, paciencia y a escarmentar para desde aquí en adelante.
A
lo que su escudero respondió: -Así escarmentará su merced como yo soy turco.
Afortunadamente,
Don Quijote no escarmentó entonces para bien de todos los quijotes que en el
mundo han sido y que seguirán siendo para que los hombres seamos cada vez
mejores y más conscientes en la estricta justicia que nos debemos. La libertad
no es un juego que puede quedar al arbitrio y capricho de los muñidores de
intereses. Don Quijote, como Cervantes, conoce bien su calor, y en otro lugar
el caballero de los grandes ideales dirá a su escudero:
-La
libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron
los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni
el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe
aventurar la vida.
Uno
de los pasajes más hermosos que enfrentan dialécticamente el realismo sanchopancesco
con el quijotesco idealismo es el de la insólita penitencia a que se somete Don
Quijote, imitando a Amadís cuando se sintió desdeñado por Oriana. Mientras él
se queda en la sierra dando zapatetas e hilvanando oraciones en un paisaje de
alcornoques, envía a Sancho con una carta a su amada Dulcinea del Toboso. Se
trata de un verdadero juego de despropósitos, ya que Aldonza no sabe leer ni
Sancho se acuerda de llevar la carta. Pero, al regreso del olvidadizo y
realista Sancho, el caballero le interroga y entre ambos se establece el
siguiente dialogo:
-Llegaste
y, ¿qué hacía aquella reina de la hermosura? A buen seguro que la hallaste
ensartando perlas o bordando alguna empresa con oro de cañutillo, para éste su
cautivo caballero.
No
la hallé -respondió Sancho- sino ahechando dos hanegas de trigo en un corral de
su casa.
-Pues ha la cuenta -dijo Don Quijote- que los granos de aquél
trigo eran granos de perlas tocados de sus manos y, si miraste, amigo, ¿el
trigo era candeal o trechel?
-No
era sino rubión -respondió Sancho.
La
obsesiva locura idealista de Don Quijote, empeñado en transformar las cosas y
transmutarlas según sus deseos, no tiene límites. No eran perlas, pero lo
parecían, y si admite que era trigo, tenía que ser del mejor. Don Quijote no se
cansa de soñar, no entrega nunca las armas por mucho que Sancho se afane en
derribar sus castillos de arena. A este respecto escribe Unamuno: "Vino a
perder el juicio. Por nuestro bien lo perdió; para dejarnos eterno ejemplo de
generosidad espiritual. Con juicio, ¿hubiera sido tan heroico? Hizo en aras de
su pueblo el más grande sacrificio: el del juicio. Llenósele la fantasía de
hermosos desatinos, y creyó ser verdad lo que es sólo hermosura. Y lo creyó con
fe tan viva, con fe engendradora de obras, que acordó poner en hechos lo que su
desatino le mostraba, y en puro creerlo hízolo verdad".
Así,
continua imaginando exquisiteces donde sólo hay vulgaridad.
-Cuando
le diste la carta ¿besóla?, ¿púsola sobre la cabeza?, ¿hizo alguna ceremonia
digna de tal carta o que hizo?
-Cuando
yo se la iba a dar -respondió Sancho-, ella estaba en la fuga del meneo de una
buena parte de trigo que tenía en la criba, y díjome: Poned, amigo, esta carta
sobre aquél costal que no la puedo leer hasta que acabe de acribar todo lo que
aquí está.
-Pero
no me negarás, Sancho, una cosa: cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un
olor sabeo, una fragancia aromática y un no se qué de bueno, que yo no acierto
a dalle nombre? Digo, ¿un tuho o tufo como si estuviera en la tienda de algún
curioso guantero?
-Lo
que sé decir, es que sentí un olorcillo algo hombruno; y debía ser que ella,
con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa.
Y así siguen largo rato sin retroceder en sus propias convicciones,
sin cansarse en esta batalla de lo que es y lo que se desearía que fuera.
¿Qué
joya fue la que te dio al despedirte, por las nuevas que de mi le llevaste?
-Ahora
sólo se debe acostumbrar a dar un pedazo de pan y queso, que esto fue lo que me
dio mi señora Dulcinea, por las bardas del corral, cuando della me despedí, y
aún para más señas, era el queso ovejuno.
Don
Quijote acepta esta realidad sin objeciones, pero continúa aferrado a lo
maravilloso y piensa que Dulcinea "es liberal en extremo y si no te dio
joya de oro, sin duda, debió ser porque no la tendría allí a la mano para
dártela, pero buenas son mangas después de pascua".
Para
el héroe cervantino no hay desfallecimiento en su labor de tejer fantasías; su
vida es un continuo acto de fe de todo lo leído en los libros que le hicieron
perder el juicio a lo largo de tantas noches en claro. Y si Aldonza se
transforma en Dulcinea y los molinos en gigantes, la bacía de barbero llega a
ser, gracias a la magia de su poder transformador, el yelmo de Mambrino, contra
la fría y aplastante lógica de Sancho, para el que "....quien oyere a
vuestra merced que una bacía de barbero es el yelmo de Mambrino y que no salga
deste error en más de cuatro días, ¿qué ha de pensar sino que quien tal dice y
afirma debe de tener güero el juicio?".
Hace
falta mucha locura para ver un yelmo en una bacía, pero Don Quijote la tiene,
oye las palabras de Sancho y las desoye por obra y gracia de su espléndido
poder de auto convicción, y, cuando los argumentos son definitivos, impasible
contesta: "¿... es posible que en cuanto ha que andas conmigo no has
echado de ver que todas las cosas de los caballeros andantes parecen quimeras,
necedades y desatinos, y que son todas hechas al revés?".
En este caso concreto Don Quijote admite que allí,
aparentemente, hay una bacía de barbero, pero es "... porque andan entre
nosotros siempre una caterva de encantadores que todas nuestras cosas mudan y
truecan y las vuelven según sus gustos". Al llegar a este punto, se
tambalearía la seguridad de Sancho; su amo ha echado mano de algo que él tiene
que aceptar, la existencia de encantadores; y se dejará convencer cuando Don
Quijote le dice "... y así, eso que a ti te parece bacía de barbero, me
parece a mi el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa".
.................
He
aquí el margen de interpretación que nos ofrece la novela inmortal de
Cervantes: para los soñadores, un yelmo; para los que sólo ven lo que tiene
ante los ojos y cortan las alas a su imaginación, una vulgar bacía.
En
todos los capítulos del Quijote, exceptuando el último, se produce el juego de
las trasmutaciones de cosas y personas. Hay ventas, mujerzuelas, bacías y
rebaños para el que sólo vive; para el que sueña, hay castillos, doncellas,
gigantes, Dulcineas, yelmos y ejércitos.
Cada cual se quede con la
ración de idealidad o de realidad que más le convenga.
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Me cuesta entrar últimamente (ando en otros menesteres), en ocasiones sólo leo y comento poco. Pero esta entrada ha merecido acostarme tarde. Caballero, yo soy más Quijote que Sancho, aunque los años intenten convertirme, pero me temo que moriré soñando.
ResponderEliminarUn placer comprobar que estás y un besote grande.
Detalles a mi también me cuesta entrar en otros blogs, mi tiempo lo dedico a otros menesteres y la verdad es que siempre he sido muy Quijote lo que me ha costado muchos palos y decepciones.
EliminarBesos,
Pues mires usted, don Ricardo, yo creo que lo mejor es ir alternando lo uno y lo otro.Ideales sí, pero los justos, -más o menos-, sin levantar del todo los pies del suelo, ni perder de vista la realidad, porque si nos instalamos para siempre en la nube sin duda habrá listillos que tracen la realidad a su antojo, es decir según sus propios ideales, que no son para nada los nuestros, y seguro seguro, que empiezan por disipar la nube y obligarnos a caer sin previo aviso.
ResponderEliminarY hablando de nubes y de sueños, en mi blog te he dejado el hórreo que añorabas, especialmente para ti y con todo mi cariño y agradecimiento por los buenos ratos que he pasado leyéndote y que espero seguir pasando.
Un abrazo.
Narci acabo de leer tu romance dedicado al loco Sau y me he reído a mandíbula batiente, eres fenomenal en el trato a ese soñador con rapaciñas que le sacan sus últimos jugos de tanto apasionado amor, le está bien empleado por tanto perseguir hembras fermosas.
ResponderEliminarLa verdad es que escribo temas muy surrealistas productos de una mente soñadora aunque tengo los pies en el suelo, pero me evado porque la realidad algunas veces es muy triste.
Desde mi nube te mando un cariñoso abrazo
Te voy a confesar algo mi querido SAU, a pesar de haber intentado no se cuantas veces leer el Quijote, jamás he sido capaz y de hecho ya he tirado la toalla, pero leyendo esta preciosidad que acabo de leerte si me pillara en vacaciones hasta a lo mejor haría mi último intento:))
ResponderEliminarLo más difícil en esta vida en asuntos de justicia y de todo tipo es conciliar la parte ideal con la pragmática, la parte de protección de los derechos con la de cumplir las obligaciones, la parte de respetar la presunción de inocencia con la de prueba de la culpabilidad, desde fuera a todos nos parece facilísimo ser jueces, por eso todo le mundo sin tener ni idea ni de hechos, ni de circuncisa, ni si quiera qué parte de todo ello es o no ajustado a derecho aun cuando no sea acorde a la moral o la ley natural, nos permitimos decidir quien es inocente y quien culpable. Es una labor tan compleja, tan difícil valorare en su justa medida todo y además fundamentarlo jurídicamente que cuando veo la de gente que saca el título de derecho sentado frente a su televisor, me da la risa:))
A mi por mi propia naturaleza siempre me gustarán muchísimo más los Quijotes que los Sanchos, aun cuando sepa de sobra que es verdad que a los Quijotes se les pague su generosidad a pedrada limpia, de ahí su gradísimo valor y que cada vez queden menos...debería haber reservas de Quijotes en este mundo como especie en extinción... tú eres muy Quijote SAU, por eso meencaaaantas:))
Muchos muuuuchos besos, mi querido SAU-JOTE jajaja
Feliz finde...y recuerdos a Rocinante/ Estradivarius:))
María yo la verdad es que si he leído entero el Quijote, eran otros tiempos más plácidos y tranquilos, tiempos en los que era una esponja, otra cosa que hago de vez en cuando es abrir el libro por cualquier capítulo, al azar y leerlo con placer, es un placer para los sentidos.
EliminarY si es verdad que el loco Sau es un poco Quijote tanto en la vida de este blog como en la vida real lo que muchas veces te hace salir por piernas o trasquilado pero que sería de nosotros en esta vida tan falta de afectos y tan dura si no hubiera nubes en las que viajar en un mundo de sueños, si no hubiera Stradivarius/Rocinantes que nos llevaran a su grupa a vivir maravillosas aventuras por esos campos del diablo, que sería de este mundo donde el amor se ha desviado al dinero y cada vez quedan menos valores si no hubiera algunos locos que sueñan con un mundo mejor, un mundo donde no exista la envidia, la corrupción, la mentira.
Me ha soltado dos relinchos Stradivarius, es su manera de llamarme a recorrer senderos y trochas y seguramente al final del camino encontremos a María dilucidando dónde está el bien y donde el mal.
Dieciocho besos o más y tres relinchos de tu amigo de cuatro patas, el inteligente de la pareja.
Guauuuuuuuuuu, Cervantes es universal, en mi secundaria vimos mucho de Cervantes, pero lo hacíamos solamente para estudiar y aprobar Literatura.
ResponderEliminarHoy si lo leyera todo, sería de otro modo y después de haber leído este escrito maravilloso que nos regalas, lo tomaría muy en cuenta. En el sistema educativo de nuestro país, la Literatura Española es la vedette y yo tuve profesoras muy fanáticas de Cervantes, pero tan joven no le daba magnitud a estas cosas.
Siempre fuí más Quijote que Sancho, y ésto me ha hecho caer muchas veces de la estantería.
Sau, que placer leerte!! O me haces reir con tantas ganas o regalas estas maravillas que a todos enriquece.
Buen finde amigo!!
Besotes
Mabel te voy a poner una estantería blindada para que nunca puedas caer, es bueno ser Quijote de vez en cuando, salir de lo correcto, lo posible y luchar contra gigantes por un mundo mejor, yo he tratado de rendir pequeños homenajes a tantas Dulcineas que en el mundo habitan, damas que son el motivo de los sufrimientos y alegrías de un Quijote a un Rocinante subido.
EliminarBesos y abrazos del loco Sau
Hola Sau
ResponderEliminarNo ando yo para comentarios muy extensos y visto lo visto me voy a quedar corta no, lo siguiente :(
Si fuera libra te diría que mejor que la balanza esté equilibrada un poco de Quijote y otra misma porción de Sancho
Pero que le vamos a hacer ( de hecho aunque me de le hostias a menudo, prefiero a ser Quijote), bajarme de las nubes de cuando en vez y entonces enfundarme los calzones de Sancho, montar en su borrico e ir a paso lento pero seguro.
Ya ves padezco de vértigo pero me gustan las alturas
Un beso enorme
pd) Te lo has curraoooooo eeeh¡¡
Coté yo siempre he sido más Quijote y así me han llovido piedras por todos lados pero a apechugar con las consecuencias, a veces me digo que hay que ser más reflexivo pero con lo burro que soy... más que el pollino de Sancho.
ResponderEliminarPero me he divertido y mucho con mis locuras y me faltaría libro para contarlas pero supongo que todos tenemos las dos caras, los dos extremos y cada cosa a su momento.
Espero que tus ánimos suban y suban, desde aquí te mando mi pequeña ayuda y besos.
Justo hoy escuche en la radio que hacia 400 años que se habia publicado, entre al google y la primera parte es 1605 y la segunda 1612...... no me gusta que cambien la historia
ResponderEliminarLo lei dos veces una en la escuela y otra enla Facu, me hubira gusta tener tu post
Gracias
Abrazo
Lapislázuli no sabes bien como se cambia la historia a conveniencia de cada cual pero el Quijote es exponente de nuestra propia historia y de la mente privilegiada de Cervantes que de un libro de caballería, aparentemente, nos dejó una joya de la Literatura Universal.
EliminarUn abrazo,
Hola Ricardo, mira que tengo el libro y he intentado no se ya las veces en leerlo y nada no hay manera de que siga con el, espero algún día empezar y no dejarlo hasta el final:)
ResponderEliminarSabes?, yo creo que todos en su medida justa llevamos algo de Don Quijote y mucho de Sancho como buenos españoles:), aunque en muchas ocasiones es preferible ser Quijotes por mucho que nos den por todos lados, ya que si no nos volveríamos mas loquillos que el, y para ser Sanchos ya tenemos el día a día que nos muestra la triste realidad, sobre todo con esa famosa justicia que nos pasa lo mismo que le paso al Quijote con los ladronzuelos, en fin que no sabemos por donde vamos a salir.
Si cogiese el libro y fuese así de fácil de leerlo como a ti ya estaría terminado:), gracias por hacernos ver con otro prisma lo que resulta difícil muchas veces, que tengas un buen finde, cuidate.
Besotes!!
Piruja el quijotesco Sau te aconseja que abras El Quijote por cualquier capítulo y lo leas, así hago muchas veces, capítulos sueltos, verás como le coges el gustillo a esa gran obra.
EliminarY claro que hay que ser a veces Quijote y a veces Sancho, hay que luchar contra la justicia a veces tan injusta, contra el enriquecimiento desmedido a costa de los cada vez más pobres, hay que ser muy Quijote para defender a los olvidados.
Muchos besos,
Pues yo tengo a Rocinante pegadito a las entrañas,aunque no pierdo de vista a Sancho...prefiero transformar su sabiduría realista y quedarme con lo poco que puede hacerme seguir.
ResponderEliminarVamos, una Quijote en toda regla,sí.
De lo mejor que tenemos en la literatura española, no cabe duda y que pocos lo leen. Yo he de agradecer siempre a D. Joaquín que nos obligase a hacerlo en el instituto.
Besos.
Marinel con esto pasa lo que con el turismo los españoles solemos viajar mucho por el extranjero y apenas conocemos la diversidad de nuestra España, aunque comprendo que es mucho tocho para leerlo, es un ejercicio de paciencia tremendo pero al final vale la pena.
EliminarEn lo que si coincidimos la mayoría es que somos más Quijotes, va más con todo lo español.
Besos,
de lo conocido hacemos menosprecio. De lo desconocido, bandera.
ResponderEliminarCada cual siempre aspira ver y tener lo que le es misterio. Una vez lo conoce, pierde todo su interés. Así es el género humano. No es exclusivo de los españoles...
Un abrazo
Creemos que la felicidad o la belleza está en sitios lejanos cuando está a la vuelta de la esquina, de cualquier esquina y tenemos la suerte de tener aquí a grandes exponentes de la literatura, en todas sus ramas.
ResponderEliminarUn abrazo,