LA LUNA Y TÚ

Virgil Elliot

Estaba el Loco Saudades trabajando en la cara oculta de la Luna, Vigilante Nocturno con cachiporra, mientras la Princesa Sonrisas miraba absorta  ese cacho de globo con luz robada y de repente con mi vozarrón de tenor acatarrado la dije: -¡Quién fuera la tierra que pisas y el aire que respiras!

Nuestra Princesa Sonrisas contestó: ¡Quién fuera camino y tú caminante mío!

La que se puede liar...

Yo me derretía al escuchar esas palabras y sin pensarlo dos veces salí de mi escondite y volando por los cielos me acerqué al lugar donde estaba la Princesa, la regalé mi mejor sonrisa (no tengo otra) y le dije que la luna me mandaba de mensajero para decirla que era la persona más bonita que nunca en su larga existencia la había mirado, y que estaba enternecida porque tales ojos se hubieran posado en su timidez.

La Princesa que aún no salía de su asombro me miró de arriba abajo, de izquierda a derecha, de canto, apreció mi apuesta figura (estaría bebida) y con la mejor de sus sonrisas me dio la mano que mordisqueé con deleite, que besuqueé con hambre y que ya no solté, no sea que se me escape con otro.

Y la vida ya fue distinta, pasé de habitar la cara oculta de la Luna, con lo aburrida que era a ser el loco que cautivó a la Princesa Sonrisas y la llevé por los jardines del amor, por los mares de las mil y una noches, la subí a la montaña para gritar al mundo que la amaba, lo peor fue la bajada, todo lo que sube baja, y paseamos por los caminos de la vida amarraditos sin importarnos nada que no fuera nuestro amor de andar por casa.

Pasaron los años bisiestos y los otros, tuvimos princesitas y un Sau-II, orgullo de padre y tan loco o más que su progenitor, tuvimos nuestros más y nuestros menos, pero siempre me perdonaba mis pequeñas y grandes locuras, porque existía el AMOR.

Y cada noche, con sus fiestas de guardar, mirábamos a la Luna que tanto nos había dado, y paseábamos cogidos de la mano y nos amábamos a cuatro manos, y nos besábamos a dos bocas, y se reía con las locuras del Loco aquí presente a mandíbula batiente, y el amor nos perseguía por todos los sitios, habitaba en nosotros y nada ni nadie fue capaz de romperlo.

Ahora, cogido de su mano escribo con la otra, y me mira (ya son ganas) y nos miramos, y nos damos al pico, y charlamos y nos abrazamos y la canto una dulce canción... y se jodió.

Lo tuyo no es la música, Príncipe Con Suerte, lo tuyo es darle a la húmeda, hacer el boca a boca, meter la pata, hacer reír a tu Princesa, tenerla de embarazo en embarazo y es que es muy embarazosa la vida de consorte con suerte.

Así es la vida... un frenesí.

Saudades - 2013