Estaba sentado en una piedra resguardado
del frío húmedo que le mandaba el mar, siempre lo hacía, quería sentir el poder
de ese amigo que tanto le atraía, no lo podía ver, sus ojos no nacieron para
mirar, era ciego, pero su alma veía a su manera, sabía de resacas, de
tempestades que cubrían las rocas de fuerte oleaje, sabía de calmas que le
mandaban suaves brisas con esos olores que le llenaban el alma.
Aprendió el camino desde temprana edad,
la misma piedra a la que dio forma de tanto vivirla, allí dio vida a un mundo
paralelo, a un mundo de aventuras siendo él aventurero, recordaba tantas
historias como le contaba su abuelo, aquél viejo marino de cara agrietada por
mil surcos, por tanta lucha contra ese mar de su sustento, ese mar que se tragó
a tantos hombres dejando en tierra tantas mujeres de negro.
Hoy el mar estaba inquieto como una
mujer viendo pasar el tiempo sin que el tiempo se lo devolviera, el viento
del norte azotaba su cara y llenaba sus ojos de lágrimas que eran lo único
que sabían soltar, pero el formaba parte de la piedra, formaba parte del
paisaje como el viejo marino forma parte del barco. Se imaginaba aquellos
mares lejanos que le contaba su abuelo, aquellos seres en tantos puertos tan
curtidos por el mar como por la vida, aquellas enormes ballenas que lanzaban
surtidores de agua, y en su mundo tenían formas, unas veces monstruosas y las
más de las veces eran seres amigos a los que contar sus confidencias, tenía
una amiga gaviota que siempre al verle llegar volaba a su lado, él le daba
trozos de pan de un bolsillo lleno de migas endurecidas por el tiempo, él
tenía muchos amigos, como el sol, como la niebla, como la luna que presentía,
como los arrullos de la naturaleza en forma de brisa que mece las hojas o
como viento que silba al rozarle su cara.
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Su mundo no era de nieblas, era de
luz, mucha luz, toda la que desbordaba su alma, era un viejo grumete de mil
tempestades, de mil mares en calma, de mil mujeres, que en sus sueños, le
esperaban al llegar a casa.
Poco a poco se
marchó por el camino de siempre, su bastón era su antena y al llegar a casa
se sentó en su sillón a soñar en una aventura nueva.
La aventura de vivir… a su manera.
Saudades - 2015
Perdonar que no entre en vuestros blogs a comentar, tengo el ordenador a pedales estropeado y solo me acerco a esta casa a ratitos en un ordenador ajeno.
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Saudades... Amigo querido, de letras que embargan de emoción por la realidad mágica que propones en cada una de tus escrituras.
ResponderEliminarExisten seres que conforman parte de un entorno, en donde al dejar de aparecer, se les extraña, se les precisa y se les necesita para dar realce a lo que siempre han permitido saberles ahí y aprender de ellos.
Realmente maravilloso!
Bss
Que hermoso Ricardo ,
ResponderEliminarhoy ando escasa de palabras
me has recordado una canción hermosa tb la busco y te la enlazo
.. tocas el mar y mi alma vuela,
un besito
https://www.youtube.com/watch?v=k_wt4XlP3pU
ResponderEliminarAunque venga la noche
el mar nunca se calma,
como un loco en el monte,
baila siempre su danza.
Sólo acepta el consuelo
de una voz que le canta
esta nana de lluvia
que ella esconde en su alma.
Una mujer sin nombre
que se acerca descalza
cada noche a la orilla
y le canta enlutada:
"Te has llevado a mis hombres.
Yo no quiero venganza,
vengo a darte cariño,
vengo sola y sin armas.
Quiero que estés,
como cada mañana,
junto a mis pies
enredado a mi falda.
Duerme mi mar,
que ya llega la calma.
Contigo soñaré,
te cuidaré.
Luego llora de espaldas
para que el mar no vea
como grita su alma
cómo llora su pena.
"Otro mar muy enfermo,
otro mar muy sediento
se comió a mis amores,
me ha secado el aliento.
No es el mar que yo veo
otro mar que no siento
otro mar de allá lejos
otro mar más violento".
Y le habla a su ría,
siempre sola y descalza,
con su mano en las olas
acaricia su espalda.
Quiero que estés,
como cada mañana,
junto a mis pies
enredado en mi falda.
Duerme, mi mar
que ya llega la calma.
Contigo soñaré,
te cuidaré.
Uf ¡¡Me dejaste sin palabras!! Su mundo era de luz, tanta como desbordaba su alma ¡¡Qué bonito!! Gracias Ricardo por esas imágenes que nos regalas a través de tus palabras.
ResponderEliminarBesos.
Los ojos del corazón siempre ven mucho y más allá.
ResponderEliminarBesos Ommmmm
Hola Ricardo, ellos siendo ciegos la mayoría de veces ven mas que los que no lo somos, intuyen y los sentidos los tienen mas desarrollados que nosotros que aun viendo no las vemos venir y así nos va muchas veces, ellos como bien dices tienen esa luz que tanto nos falta a los que "vemos"
ResponderEliminarMe ha encantado el relato o reflexión que hace que nos paremos a pensar en lo que hacemos nosotros también.
Besos.
Quiero pediros disculpas por no contestaros uno a uno, tengo el ordenador "escachifollao" (que mal habla el jodío) y me acerco a vosotros un momento en el ordenata de una tienda del ramo, me siento manco y Stradivarius triste.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Estimado amigo, qué precioso relato. La verdadera emoción de la vida se siente con el corazón, sin necesidad de dibujar imágenes en la retina, sólo proyectando la luz de nuestra alma.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
EL viajero, amablemente y con una extensa explicación llena de anécdotas y cuentos maravillosos, le habló al ciego largamente del mar. Mas, cuando hubo terminado, con tristeza y respeto, al ciego preguntó:
ResponderEliminar-Señor, ¿qué se siente no ver ni conocer las cosas del mundo, ni conocer las personas, ni todo cuanto a su alrededor gira?
Y el ciego, sin sombra alguna de amargura, contestó:
-Ya no me preocupa tanto no ver ni la gente ni el mundo que me rodean, porque he aprendido a leer en el corazón y en las palabras de los hombres. Y gracias a ti, buen hombre, hoy conozco el mar, y tus palabras han brotado de tu corazón y sé que con ellas has hablado con la verdad.
Tomado del libro Cuentos de Khalil del mismo autor.
Miless de Besos, Ricardo.
Era ciego pero su mundo no era de nieblas, era de luz, mucha luz, toda la que desbordaba su alma. ¡Qué maravilla de relato! Has tocado el violín con las fibras de los sentimientos y al lector le llega, lo vive y se queda con ganas de más.
ResponderEliminarBesos Ricardo
Mientras nos des el placer de leerte, todo bien
ResponderEliminarAbrazo
Hola Ricardo, siento que Stradivarius este triste, y que tu ordenata este escachifado, pero no te preocupes que estamos igual a tu lado para comentar tus textos, y en el caso de este que nos brindas decir que a veces se ve mas con los ojos del corazón que con de la cara, y no hace falta ver como son las cosas sino que con solo percibirlas a través de los otros sentidos es suficiente.
ResponderEliminarBesos y cuida de estradivarius, jeje.
Puri
Otra vez entro para agradeceros vuestras palabras, la informática no es mi fuerte y espero poder arreglar el "cacharro" con algún técnico.
ResponderEliminarSe nota la falta de un amigo que te une a otros muchos amigos, me lo dice el corazón, parecido al del ciego.
Un cariñoso abrazo.
No hay mejor luz que la que el alma proyecta iluminando los senderos en los que vivir y sentir la aventura de ser...
ResponderEliminarNada, no te apures.
Besos.
El viejo lobo de mar frente a las aguas inquietas, recordando todo lo que le dio y le quitó ese mismo mar, incluso el tiempo. Precioso, Sau.
ResponderEliminarUn ordenador a pedales, máquina prodigiosa :) Un beso.
Que bello relato,, el corazón y el alma que tiene bellos ojos para ver la vida..
ResponderEliminarMe emociona tu texto, un beso grandote y espero que tu ordenador funcione bien pronto !!
Espero que pronto soluciones tu problema con el ordenador y podamos deleitarnos con tus palabras.
ResponderEliminarY que nunca deje de soñar en aventuras.
Un abrazo!
Conteste en tu post pero no ha salido la respuesta. Mi ordenador debe estar meditando.
ResponderEliminarBesos
Puede ser que una persona ciega vea mucho más que otra que ve. Ver es una bella fiesta para los sentidos, pero los ojos del alma pueden llegar mucho más lejos.
ResponderEliminarDecirte que es una preciosidad por el sentimiento que has dejado, es decir poco.
Un beso