EL ÁRBOL DE LOS NIÑOS

Allí estabas solitario en un montículo, a lo lejos veía que tus frutos eran de colores, muchos colores, me acerqué poco a poco, con temor, nunca había visto un árbol igual.

Me parecía soñar, allí estabas con tus frutos nacidos para los niños, globos, muchos globos de colores, te pedí permiso para coger uno, me lo diste, y acariciándolo lo dejé volar, ojalá llegara a las manos de otro niño, al momento vi que aparecía otro globo en el mismo sitio, lo cogí y lo solté, voló camino de las nubes viajeras, me acerqué a otra rama y lo mismo hice, soltar globos, muchos globos, y mirando al cielo vi como volaban camino de algún niño en tierras lejanas.

Te pregunté si eras sueño, me dijiste que eras realidad, que estás en el corazón de cada niño, en la sonrisa de cada niño cuando en cualquier Feria le regalan un globo, que naciste para ocupar un sitio en esos corazones que despiertan a la vida, que llegará un momento en que ya no se acordarán de ti, pero siempre habrá niños, siempre habrá sueños, y soñé.

Soñé en un mundo de sonrisas, sin esas guerras de mayores, sin fundamentalismos, dictadores y dictaduras y donde se enseñoree la palabra libertad, donde en cada mirada se vea ilusión y donde nos guie el corazón por la senda del amor.

Desperté del sueño, allí estaba el árbol al que bauticé como “el árbol de los niños”, me abracé a su tronco, cogí un globo y me marché camino de mi casa, no sin una última mirada a mi nuevo amigo.

Saudades