LA VECINITA

Volvía de mi paseo al atardecer sin pensar en nada, como siempre, cuando escuché la llamada de mi vecinita a través del cristal y pensé: ¿qué tubería se le habrá roto esta vez?  tardé poco en percatarme que era la de siempre. Subí y me encontré la puerta entreabierta, pasé y cerré, como mandan los cánones, allí estaba en paños menores esperándome en la cama solidaria, donde entra uno entran dos, estaba con el culo en pompa como si fuera la cabina de una nave presta a despegar desde Cabo Cañaveral, la di un repaso visual que me hizo afirmarme en que estaba de “pecao mortal”, como siempre, me daba la espalda con su culo respingón y se despertó el tigre que guardo en mí con tres gruñidos, tres, sin prisas me desnudé y suavemente me deslicé en la cama mordisqueando la nuca que me ofrecía, sus hombros, su columna hasta el culo respingón… y gemía y gemía.

Akif Hakan

Lentamente se volvió ofreciéndome la “gruta de los suspiros” que acepté y allá que entré, suavemente y jugamos y jugamos, y gemía y gemía, y jugamos y jugamos, y gemía y gemía, y jugamos y jugamos, y gritaba y gritaba, y jugamos y jugamos, y gritaba más y más, y los vecinos aporreando la pared,  la jodía envidia, y jugamos y jugamos, y gritaba más y más, y los vecinos aporreaban más y más, la jodía envidia, y jugamos y jugamos, y le salió un maullido de satisfacción, y los vecinos con la oreja pegada a la pared para no perder ripia, y salí de forma distinta a como entré, pero con la satisfacción del deber cumplido. La vecinita me dio su trasero respingón y se durmió.

Yo, subsanada la avería, me vestí y me marché a mi nido a dormir, que mañana será otro día.

Saudades

Así es la vida... un frenesí