Cuentan los libros que aquél día don Enrique III rey de Castilla
y León fue de caza, aún era menor de edad y no debía ocuparse de los asuntos de
gobierno. Anduvo por el monte acompañado de algunos nobles ricamente vestidos
algunos, otros enfundados en sus brillantes armaduras y armados con ballestas.
La Jornada fue dura y cuando llegó la hora de regresar a palacio ya había
asomado la luna por los espesos y oscuros montes castellanos.
Sudorosos
se sentaron a la mesa y con gran sorpresa vio como nadie le atendía, mandó a un
paje para que fuera a investigar qué pasaba, al poco tiempo regresó a presencia
del rey y le dijo con cierto nerviosismo que en palacio no había nada que
comer. Don Enrique pensó que se trataba de una absurda broma e insistió en que
ya era la hora de la cena, pero el mayordomo insistió en que no había nada que
servir, las despensas estaban vacías.
Comprendió
entonces el rey que se le estaba diciendo la verdad y que no había ni un solo
bocado que llevarse a la boca. Para no quedarse esa noche sin cena, el rey
mandó coger el mejor gabán de su vestuario y se llevara a empeñar a la judería
para poder sacar algunos maravedís que le permitieran esa noche acallar su
estómago.
Cuando
por fín llegaron las viandas, observó que alrededor suyo sólo se encontraban el
mayordomo y un cocinero, preguntó de nuevo irritado a que se debía aquello, y
respondieron que como no quedaba ni un maravedí en las arcas del castillo, los
criados y servidores habían cometido la tremenda felonía de abandonar el
castillo durante la ausencia del rey en la cacería. El rey entonces comenzó a
recapacitar y pensó que si sus arcas estaban vacías cómo sería entonces la vida
de sus vasallos.
Preguntó
insistentemente a su criado, tanta fue su insistencia que le confesó muy
secretamente que los regentes del reino eran como aves de rapiña para el tesoro
real, habían diezmado las arcas y los recursos de todos los vasallos para
provecho propio.
Asombrado
el joven Enrique preguntó como podía obtener pruebas de semejante acusación y
el criado le respondió que esa misma noche uno de los regentes daba un gran
banquete en su castillo, al que estaban invitados todos los nobles de la corte.
El rey quedó asombrado de lo que oía, y después de meditar un rato confió a su
criado el deseo de asistir a aquel banquete disfrazado para ver con sus propios
ojos lo que ocurría. Hizo su deseo realidad y al cabo de una hora se presentó
ante las murallas del castillo donde tendría lugar la fiesta, todo era lujo y alegría
y se observaba gran magnificencia. El rey iba vestido de pobre trovador y no
encontró obstáculo para entrar pues los trovadores eran muy apreciados en la
época. Comenzó a tocar su laúd y muchos nobles comenzaron a escucharle
atentamente, su actuación fue magnífica pues el rey siempre había sido muy
aficionado a los cantares y a la música de la época, tanto fue así que fue
invitado a compartir un rincón de la opulenta mesa y allí comentó que era un
pobre huérfano, aunque de ilustre cuna, que apenas había comido aquel día y que
lo peor era que sus tutores dilapidaban sus rentas dejándole empobrecido y no
teniendo más remedio que dedicarse a cantar y entretener en los banquetes de
los nobles y por las callejuelas de las ciudades de Castilla.
El arzobispo y los demás nobles se indignaron al oír semejante
historia y cada uno de ellos expuso el castigo que a su entender aplicarían a
los indeseables tutores. El rey mientras tanto agradecía con amables palabras
tanta comprensión y poco a poco con la conversación, el vino y la comida se
fueron desatando las lenguas y cada uno comenzó a referir con grandes risotadas
las artes de las que se habían valido para aumentar sus riquezas a costa del
joven e inexperto rey.
Tentado
estuvo en más de una ocasión de quitarse las pinturas de la cara y el ridículo
disfraz y darse a conocer, pero se contuvo y decidió esperar. Cuando terminó la
fiesta, salió del castillo y se dirigió a palacio pensando entre la prudencia y
la furia cómo vengarse de los malos administradores y corruptos nobles de su
reino.
Decidió
días después celebrar un banquete y convidar a todos los que habían tenido la
bondad de invitarle como juglar. Hizo pregonar por todas partes la suntuosidad
de la que iba a hacer gala, de forma que los nobles quedaron sorprendidos pues
pensaban que el rey no disponía apenas de recursos, así que entre el ansia de
un banquete y la curiosidad acudieron todos en masa. A la hora señalada de la
comida acudieron todos a palacio y allí fueron introducidos en el salón real.
Pero su asombro fue grande cuando vieron que las mesas estaban vacías ya que en
vez de deliciosos manjares sólo había comida sencilla y unos cuantos trozos de
pan con un jarro de agua para cada uno. En la cabecera de la enorme mesa estaba
sentado el rey armado con su armadura de batalla y con una enorme espada
desenfundada. Se sentaron en silencio y aguardaron a que el rey rompiera con su
voz tanto misterio, comenzaron a comer, aunque a más de uno se le atragantó el
humilde pan campesino. Cuando terminaron, el rey les hizo pasar a una sala
donde había una especie de púlpito y las ventanas estaban tapadas con crespones
negros. Al ver esto los nobles comenzaron a sentir temor. El rey con enérgica
voz comenzó a imponerles a cada uno de ellos el castigo que hacía unos días
habían impuesto para los dilapidadores de la fortuna del juglar, una vez que
hubo terminado, los aterrorizados nobles que se vieron descubiertos, observaron
como decenas de soldados entraban en la dependencia armados y con ellos un
sacerdote y un verdugo con una enorme hacha.
Los
temerosos nobles perdieron la compostura definitivamente y se arrojaron a los
pies del rey pidiendo clemencia, implorando perdón e incluso llorando de terror
al verse muertos con el cuerpo separado de su cabeza.
El
rey tuvo piedad y les perdonó la vida a cambio de que devolvieran todo lo
robado y le juraran eterna fidelidad pues no quería empezar su reinado con un
baño de sangre. De esta forma el rey se ganó el calificativo de
"piadoso" y "justo" y el respeto de los nobles que ya
dejaron de verle como a un joven inexperto.
Ayer
tal como hoy, pero en aquella ocasión triunfó la nobleza de corazón.
Saudades - 2015
Sigo sin ordenador, perdón por no poder seguiros.
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Hermosa historia ¿Podríamos hacerla realidad en nuestros días? Ay, qué bien escribes Sau. Hoy es le día Internacional del beso asi que aquí te dejo mi beso y mi deseo de que recibas uno de la persona que más deseas.
ResponderEliminarAbrazos.
Y desde entonces no hemos vuelto a conocer a nadie de fiar, así nos va.
ResponderEliminarBesos de reina de mi casa!
Ya nos podían devolver lo que nos han robado!!!! Sería Felipe el justiciero:)
ResponderEliminarAy Castilla La Noble.
Besos
Bonito relato. tomemos nota, hagamos de rey e invitemos a nuestros servidores electos, y apliquemos el cuento. Jajajaja...
ResponderEliminarSaludos
Hola Ricardo, como me ha gustado lo que nos cuentas, esta comprobado que "manos largas" siempre han existido y para ejemplo lo que sufrimos en estos tiempos, ojala tuviésemos un rey así y poder subsanar todo el mal que han echo, pero aqui empezando por el mandamas hasta el que menos pinta están corrompidos todos, vaya tela.
ResponderEliminarEspero que pronto tengas el ordenador arreglado, cuidate, te esperamos:)
Besos.
Me ha encantado leerte; últimamente estoy aprendiendo muchas anécdotas de la Historia de España y ésta no la conocía.
ResponderEliminarUn beso integral como el panl
Hola, Sau.
ResponderEliminarMenuda historia. Como bien dices en aquella época había nobleza de corazón y hoy trunfan más otros valores o, mejor dicho, las corruptelas.
Gracias, por traernos esta joya de historia que desconocía como tantas otras.
Un besabrazo enormísimo.
Me ha encantado la historia, Sau. A mi también me gustaría colarme disfrazada de juglar en esas reuniones en las que bullen tantas conspiraciones y triquiñuelas. Estoy segura de que hay intereses creados y manos invisibles que mecen los hilos. Ojalá pudiéramos desenmascararles a todos.
ResponderEliminarUn beso
Hola Ricardo, antes de nada decirte que desconocía por completo estos hechos tan importantes, ese rey era diferente, que pena que los de ahora no tomen nota y sigan su ejemplo.
ResponderEliminarGracias por esta documentación , siempre es bueno saber, y como dice el refrán" a la cama no te vas, sin saber una cosa más.
Besos.
Puri
Mas corazones justos, más nobleza, pero mucha más necesitamos en este presente donde esos dones parecen desaparecidos...
ResponderEliminarMuy buena lección de historia.
Besos.
Me pregunto dónde estará el Enrique III de nuestros días que imponga justicia obligando a los "nobles" en primer lugar, a devolver todo lo que se han llevado.
ResponderEliminarBesos ;)
Hoya dia la justicia no existe, para algunos, hoy no se obliga a devolver lo robado y despues pagar con la cárcel, demasiados Pujoles, ERES, Gurtel y tantos ladrones de guante blanco que se ríen de la justicia y están en la calle disfrutando de su rapiña.
ResponderEliminar"Justicia", palabra que los políticos se han encargado de violarla.
Ricardo te leo a ti y parece que estuvieras hablando de las cosas que suceden en mi país. La corrupción corroe todo, los políticos de turno se enriquecen y se sirven a gusto y placer. Mientras los ciudadanos comunes, trabajadores no amigos del gobierno de turno, pagamos impuestos hasta la coronilla.
ResponderEliminarLa justicia parece haberse tomado vacaciones permanentes.Hay que seguir tirando del carro, pronto habrá elecciones veremos...veremos.
Un abrazo para ti desde mi Argentina.
Hola querido amigo, espero estés bien y pronto tengas el ordenador, se te echa mucho de menos amigo, cuidate mucho, hasta pronto:)
ResponderEliminarBesos.