martes, 18 de enero de 2011

EL PESCADOR PESCADO

Cuentan las malas lenguas, esas, las viperinas, que en mis años mozos yo era muy aficionado a la pesca, cierto es, y una buena tarde de mayo al salir de clase cogí mis cañas y chistera y me piré al río a pescar lo que saliera…
¡La madre que me ha parido!
¡Se me ha caído todo, del susto!
Allí estaba un pedazo sirena con piernas, tomando el sol tranquilamente sin tapaculos ni tapatetas ni na de ná.

      

¡Anda leches! ¿y cómo paso yo delante de ese monumento como quién no quiere la cosa?
 Me armé de valor y eché palante como los de Alicante, y cuando estaba a dos metros de la gachí se vuelve a mirarme, me da un pasmo de lo buena que está, tropiezo y…
¡Pescador al aguaaaaa….!
¡Cagüencientruchasdescastás!
La sirena partiéndose de la risa, Saudades colorao perdido y los peces bailando en círculos…
-Salir del agua, salí, empapado pero salí, y me senté al lado de la sirena a mirarla y remirarla, a ponerme de secano, a charlar y a…
Cuentan las malas lenguas, esas, las viperinas, que aquella tarde el pescador fue pescado y la sirena fue su primera maestra en otras artes, allí entre los juncos. Desde aquella tarde el pescador fue menos de pesca, se dedicó a otra clase de pesca, y eso después de haber sido pescado.

         


Saudades


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1 comentario:

  1. Ho, Ho, creo que te equivocas, que si fueras un pesador de verdad, de los de verdad de la buena, no habrías visto la sirena, Los pescadores en el rio (que todo hay que explicarlo) no ven más allá de la mosca que está cayendo o las truchas que saltan o están comiendo. No oyen ni ven ni huelen nada que no sea moscas y truchas jeje. Seriedades aparte, cuantos pescadores quisieran pescar una sirena como la tuya, enhorabuena por el chapuzón. Un bessito

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