La encontré dormida en la espesura, la quise despertar de su dulce sueño y no lo conseguí, respiraba acompasadamente como si su alma se encontrara volando por esos mares del cielo, y me senté a su lado admirando su belleza.
La dama del bosque abrió poco a poco sus ojos y me vio, me regaló una sonrisa y sin preguntar se marchó como una gacela, grácil sin apenas tocar el suelo, sin volver la vista atrás.
que pena, que la dama del bosque, no se quedara
ResponderEliminarSi es una pena pero a veces los caminos se bifurcan, a veces también se sueña volver a empezar pero posiblemente cometeríamos las mismas equivocaciones, al menos yo.
ResponderEliminarPorque la vida sigue, porque no se debe mirar atrás, los cuentos, muchas veces son como la vida misma.
ResponderEliminarUn beso.