ME LLAMA STRADIVARIUS

Toca paseo, todas las mañanas cuando me levanto me pega unos relinchos, le tengo mal acostumbrado, me preparo, le ensillo, me pongo en los cuartos traseros, me pega una patada cariñosa vuelo y caigo suavemente en la silla, somos así de apañados, tiramos para el frente, torcemos al fondo norte, caminito que hacemos, cada día uno distinto, descubriendo mundo que se dice, allá a lo lejos vemos un prado con verde yerba, se relame el jodío, pero no sólo yerba... tres yeguas pastando, solitarias aburridas, Stradivarius se frena en seco y se niega a seguir, me bajo le quito la silla, y le dejo que se marche con las yeguas, me tumbo a la orilla del camino viéndole retozar, disfruta como un niño con juguete nuevo, una montadilla aquí, otra más allá, relincho va, relincho viene, trotecito que la pega y montadilla... por lista.

A todo esto ensimismado viendo disfrutar a Stradivarius veo a lo lejos una bicicleta que se acerca, pero no viene sola, no, viene montada por un pedazo de trozo de monumento, demasiado para mis sentidos, la miro con estos ojazos que Dios me ha dado, me mira, se pone nerviosa y tortazo que se pega, contra el seto, la recojo amorosamente en mis brazos y la deposito con suavidad en la yerba, me mira agradecida mientras curo a besos las pequeñas heridas por mirarse en mis ojazos, me abraza cariñosamente mientras me libra de mis ropajes mientras aquí Saudades, nerviosito va descubriendo su cuerpo que es puro monumento a los sentidos, retozamos, rodamos y rodamos, nos caemos al riachuelo que mansamente recoge nuestros cuerpos ardientes, allá bañados por el agua descubrimos un mundo nuevo, penetramos en el insondable mundo de la pasión desbordada, gritos y susurros, Stradivarius alucina pero sigue a lo suyo, los pajarillos nos miran con curiosidad, los peces nos hacen corro, el sol calienta todo lo que arde, y ardemos descubriendo rincones y grutas, caminos que recorren los besos, Stradivarius se acerca y piensa:

¡Quién te ha visto y quién te ve...!

Así es la vida... un frenesí.

Saudades