LA BELLA Y EL LEON SAUDADES

Dario Campanile

Cuenta la leyenda  que allá en la selva profunda, según vas para allá te desvías en cuanto ves una señal, luego cruzas un río caudaloso y ya estás en la selva, a lo que vamos, cantan los trovadores que había un león terrorífico llamado Saudades, mataba incluso al tiempo, a su propia sombra, mataba moscas con el rabo, uno de ellos, mataba a las tardes tumbado cuan largo era rugiendo para que se enteraran todos los animales quien mandaba allí, le temían incluso las noches tal era el ruido inaguantable que hacían sus rugidos.

Pero no era tan fiero el león Saudades como lo pintaban, sólo era una pose, una forma de ser ante los demás, un aparentar, un esconder sus debilidades… y llegó la debilidad.

Era una linda flor, era la pasión que se desborda, era un sueño convertido en realidad, estaba ahí, a su lado, y se acercaba… y le acarició el cuello,  se jodió, el león Saudades se convirtió  en  su gatito, el gato de la Bella Eduvigis, la sin par, la que se acurrucaba a su lado a soñar, la que penetró en su corazón y sus entretelas, la que viajaba a su lado por esos mundos de sentimientos mientras él, un mujeriego venido a menos, derramaba su polen en su ser.

Cuenta la leyenda que allá, en la selva profunda, según vas te desvías en cuanto ves una señal, luego cruzas un río caudaloso y si te ahogas es tu problema, no de la Bella Eduvigis ni del  León Saudades a los que les importa una higa si vas o te quedas.

Así es la vida… un frenesí.

Saudades